Ahí estaba entonces, un sábado a la noche con parte de mi extensa familia.
Cochabamba y no se qué. Allá nos esperaban las entradas, en manos de nuestros acompañantes que ya habían llegado. Grandes portones de un galpón abrían paso al decorado interior, de aspecto de bar hippie/rockero: un patio estrecho, paredes descoloridas, seguido de la puerta principal donde un chico parado detrás de una mesa revestida con un mantel rojo te cortaba la entrada.
Esa noche ya pintaba buena partiendo del hecho de que el recorrido de Gerli hasta el lugar duró no más de 15 minutos. Este suceso inexplicablemente sirvió como primer argumento a mi estado de buen humor
La banda que íbamos a ver, de la cual desconocía su nombre, estaba integrada por el esposo de una amiga de Nancy que toca la batería (Nancy es amiga de mi mamá desde que tengo memoria. Mi mamá y la hermana de ella, Viviana, hicieron el secundario juntas, con otra amiga, Silvia. Todas ellas estaban presentes esa noche), no tenia más información que esa, quizás mi mamá sabia más, pero no recuerdo haber preguntado detalles. Me habían dicho que la banda estaba buena y acepté la invitación sin preguntar nada. Raro en mí ahora que lo pienso, ya que mi excesiva ansiedad no me permite ser presa de inquietudes ni de largas esperas.
Desde la mesa en la que atravesábamos la formalidad del corte de entrada, ya se podía ver el interior del lugar, es decir ya estábamos adentro: paredes rojas, sillones viejos y bajos adornaban el espacio (los cuales parecían cómodos ya que estaban todos ocupados), una barra colocada de forma vertical a nuestro paso, que iba de un extremo de la pared hasta la mitad de la habitación y ocupaba la parte izquierda del habitáculo, seguían unas adorables puertas pintadas con un mono de moño rosa y un mono con galera que indicaban el baño de mujeres y hombres respectivamente, y finalmente, lo más llamativo, el fondo del lugar lo cubría un gran telón que iba desde el comienzo de la barra hasta el otro extremo. Me tomé un minuto para observar la entrada que tenia en la mano: una estatua ocupaba casi todo el papel, de fondo negro; la cara de la estatua estaba cubierta con un velo, eso me despertó cierta curiosidad y más cuando leí el nombre del CD que presentaban: tenía escrito en la esquina superior derecha "Yira presenta santos impostores" (¡Por fin sabía el nombre!). La intención mística a la que apuntaba la imagen me inquietaba ya que suele inquietarme todo lo que tenga que ver con infortunios religiosos, pero muy bien asociada al título.
Se empezaron a escuchar sonidos detrás del telón, conversaciones, risas, interrupciones melódicas. Indicaban el ensayo un poco tardío de la banda. Toda esa práctica duró cerca de cuarenta minutos. Caí en la cuenta de que habíamos llegado demasiado temprano. Lo bueno de eso, me considero bastante optimista, es que pude sacar conclusiones apresuradas, algo así como una hipótesis de la banda para ir comenzando mi crítica musical desde el principio.
Se empezaron a escuchar sonidos detrás del telón, conversaciones, risas, interrupciones melódicas. Indicaban el ensayo un poco tardío de la banda. Toda esa práctica duró cerca de cuarenta minutos. Caí en la cuenta de que habíamos llegado demasiado temprano. Lo bueno de eso, me considero bastante optimista, es que pude sacar conclusiones apresuradas, algo así como una hipótesis de la banda para ir comenzando mi crítica musical desde el principio.
Sonaban muy bien, el tango fusión es uno de mis preferidos, eso es lo que saqué de mi prematura escucha.
Finalmente abrieron el telón y pasamos al sector de las mesas, que fue la razón por la cual llegamos excesivamente temprano ya que de ninguna manera pensábamos en pasar el rato parados, seria un fastidio tener que esperar y observar sin un lugar de descanso, además teníamos que cenar, definitivamente necesitábamos mesa.
Se retomaron las conversaciones que habían sido interrumpidas por la apertura de la sala y así siguió hasta que comenzó a tocar Yira.
El ambiente oscureció y con las luces se apagaron las charlas, subieron al escenario los responsables de nuestra asistencia, tapados de aplausos y gritos amistosos, cercanos. Allí comenzaron.
En escena: dos armónicos violines, un teclado y sintetizador (vital para el género), un clásico bandoneón, un femenino y distinguido coro, una suelta y movida batería que hasta se podía disfrutar visualmente debido a la forma desestructurada y "danzante" de ser tocada, una voz principal que también era bajo y una guitarra electroacústica que acompañaba debida y dulcemente el desarrollo musical. Complementando este sonido, el músico, aportaba coros... y chistes.
Todo sonó perfecto la batería rompía ese género propio de nuestro suelo, junto con el bajo y el sintetizador y de ese escenario salía el sonido moderno y retocado de nuestras añejas y hundidas raíces. Me atrevería a decir perfeccionado, rítmico. Hubo rock, rap, candombe, quizás cumbia y hasta un acercamiento gauchesco a lo "martín fierro" en una canción triste, reflexiva y profunda, con sus debidos arreglos electrónicos.
Sueltos y bailarines parecían disfrutar de esa noche, estar presentando su nuevo CD que animosamente nos incitaban a comprar, chisteando y comentando. Al final del show hicieron levantar gran parte del publico a bailar ritmos puramente latinos haciendo una especie de declaración de diversidad musical "nosotros somos lo que queramos, no tenemos etiquetas", cosa que parece confirmar la propia discografía de la banda fusionando floklore, cumbia con ese intenso bandoneón y el perfecto combinado sintetizador.
Letras de puro contenido emocional, denunciante, empíricas, volcadas en una lengua vulgar, bien marcado el lunfardo, poblada de metáforas y rimas. Bien argento.
Santos impostores... aquí va mi interpretación: Letras que salpican nostalgia, pena. Decepcionados de aquellos a los que la dedican o incluso de sí mismos. A ellos va dedicado el título. Gente que finge felicidad total cuando en realidad finge su propia vida ¿A quién le mienten? ¿A los demás o a ellos mismos?
"Y EN LA JETA ESTÁN LAS FICHAS.
QUE ESTAS SOLO Y DE BAJÓN
SI TE FALTA COMPAÑÍA
VASO DE VINO EN LA ESTACIÓN…
CON UN POCO DE CORAJE Y CONVICCIÓN
A ESA MINA…" (Viejo Curdela, Santos impostores, 2014)
Se retomaron las conversaciones que habían sido interrumpidas por la apertura de la sala y así siguió hasta que comenzó a tocar Yira.
El ambiente oscureció y con las luces se apagaron las charlas, subieron al escenario los responsables de nuestra asistencia, tapados de aplausos y gritos amistosos, cercanos. Allí comenzaron.
En escena: dos armónicos violines, un teclado y sintetizador (vital para el género), un clásico bandoneón, un femenino y distinguido coro, una suelta y movida batería que hasta se podía disfrutar visualmente debido a la forma desestructurada y "danzante" de ser tocada, una voz principal que también era bajo y una guitarra electroacústica que acompañaba debida y dulcemente el desarrollo musical. Complementando este sonido, el músico, aportaba coros... y chistes.
Todo sonó perfecto la batería rompía ese género propio de nuestro suelo, junto con el bajo y el sintetizador y de ese escenario salía el sonido moderno y retocado de nuestras añejas y hundidas raíces. Me atrevería a decir perfeccionado, rítmico. Hubo rock, rap, candombe, quizás cumbia y hasta un acercamiento gauchesco a lo "martín fierro" en una canción triste, reflexiva y profunda, con sus debidos arreglos electrónicos.
Sueltos y bailarines parecían disfrutar de esa noche, estar presentando su nuevo CD que animosamente nos incitaban a comprar, chisteando y comentando. Al final del show hicieron levantar gran parte del publico a bailar ritmos puramente latinos haciendo una especie de declaración de diversidad musical "nosotros somos lo que queramos, no tenemos etiquetas", cosa que parece confirmar la propia discografía de la banda fusionando floklore, cumbia con ese intenso bandoneón y el perfecto combinado sintetizador.
Letras de puro contenido emocional, denunciante, empíricas, volcadas en una lengua vulgar, bien marcado el lunfardo, poblada de metáforas y rimas. Bien argento.
Santos impostores... aquí va mi interpretación: Letras que salpican nostalgia, pena. Decepcionados de aquellos a los que la dedican o incluso de sí mismos. A ellos va dedicado el título. Gente que finge felicidad total cuando en realidad finge su propia vida ¿A quién le mienten? ¿A los demás o a ellos mismos?
"Y EN LA JETA ESTÁN LAS FICHAS.
QUE ESTAS SOLO Y DE BAJÓN
SI TE FALTA COMPAÑÍA
VASO DE VINO EN LA ESTACIÓN…
CON UN POCO DE CORAJE Y CONVICCIÓN
A ESA MINA…" (Viejo Curdela, Santos impostores, 2014)